No tengas miedo

«No tengas miedo». Nos lo repiten siempre, desde que somos pequeños…

El miedo es probablemente la emoción humana más experimentada de los últimos meses, a raíz de la pandemia. Por eso he querido dedicar la entrada de hoy a esta emoción. ¿Es bueno tener miedo? ¿Hasta qué punto nos ayuda a sobrevivir en este mundo o nos limita? ¿Qué pasaría si el ser humano no tuviera nunca miedo?

Vernos forzados a quedarnos aislados durante un lardo periodo de tiempo. Perder el trabajo y no saber cuándo podrás volver a trabajar y, por tanto, si podrás mantener tu techo y un plato en la mesa. Tener que fiarse de una vacuna completamente nueva y elaborada a toda prisa. Salir a la calle y sentirse angustiado por miedo a enfermar. Incluso, sentir un miedo terrible a defraudar a los tuyos, a no estar a la altura de las circunstancias y sentir que has fracasado.

El hecho de vivir en propia piel esta incertidumbre constante se ha convertido casi en un miedo crónico.

Es evidente que no ha sido fácil para nadie. En un modo u otro, la pandemia ha afectado a todo el mundo, con más o menos medida. De hecho, a pesar de que empezamos a ver la luz al final del túnel, son muchas todavía las personas que experimentan esta angustia, esta incertidumbre, este miedo. Son muchas las personas a las que podemos decir que el miedo les ha ganado la partida en estos tiempos convulsos y se ha apoderado de ellas.

Últimamente he visto muchas publicaciones en las redes sociales donde se dice que «no debemos tener miedo». Y es que, a menudo, apostamos por una vida sin miedo, porque consideramos esta emoción nuestra peor enemiga. Es cierto que se trata de una emoción desagradable, un sentimiento que nos crea malestar. Cuando sentimos miedo, nos sentimos indefensos. Y esto, evidentemente, no gusta a nadie. ¿Pero es malo sentir miedo? ¿Hasta qué punto?

Personalmente, creo que sentir cualquier tipo de emoción es positivo, siempre que tengas la capacidad de gestionarla adecuadamente. Cada emoción (alegría, ira, interés, miedo…) tiene una utilidad en nuestra vida, las utilizamos constantemente para tomar decisiones y actuamos siempre en consecuencia. Así pues, no se trata de evitar el miedo, sino de aprender a convivir con él en su justa medida.

Las emociones son herramientas que las personas tenemos para afrontar nuestro día día. Depende de nostros mismos reprimirlas o controlarlas.

Nuestra felicidad y nuestro bienestar dependen de las decisiones que tomamos y de cómo interpretamos lo que pasa a nuestro alrededor. Somos nosotros mismos los responsables de hacer de la vida una experiencia extraordinaria.

Esto no significa dejar de lado el sufrimiento y el dolor, porqué estos también forman parte de la vida. Quiere decir simplemente aprender a gestionarlos y dejarlos fluir, ser conscientes de que la vida merece la pena a pesar de todas las dificultades. El problema no es tanto el miedo en sí mismo, sino lo que hacemos con él.

El miedo nos ayuda a regular como de grandes o pequeños son nuestros pasos. Es, de alguna manera, el elemento con el que medimos nuestras decisiones.

El mundo está lleno de miedos. Quien diga que no tiene miedo de nada, miente. El miedo forma parte de la vida, y no nos podemos desprender de él. Hay infinidad de miedos que nos recorren la piel a cada instante, que nos hacen sentir inseguros y vulnerables. El miedo engloba tantos interrogantes, que tendemos a rechazarlo…

Es verdad que la pandemia nos ha traído un sinfín de miedos, especialmente a la enfermedad y a la muerte. Pero también es verdad que hay muchos miedos que ya estaban presentes en nuestra cotidianidad, y que seguirán estando allí más allá del fin de esta pandemia.

Miedo a hacerse mayor,
y a no servir para nada. Miedo a tener esa sensación de ser más una molestia que un apoyo para los demás.

Miedo a detenerse y mirar,
de observar cosas que no nos gustan y que quisiéramos pasar por alto.

Miedo a tocar,
de pulsar el botón equivocado y estropear la maquinaria.

Miedo a equivocarse,
al error y la incomprensión de este por parte de nuestro entorno.

Miedo a sentir,
a dejar salir el dolor, la rabia, la euforia… a expresarnos.

Miedo de sentirse vacío,
de no encontrar lo que te llena y sabes a ciencia cierta que te haría feliz.

Miedo a saltar,
a caer y no poder levantarse, a no encontrar ninguna mano extendida.

Miedo a la soledad,
a convertirse en náufrago en una isla desierta.

Miedo a la rutina,
a repetir las mismas acciones una y otra vez, sin salirse de la línea y conformándose con lo establecido, resignándose a la previsión total del día a día.

Miedo a decidir,
uno siempre quiere tener otra opinión, ver si lo que piensa es correcto, o como otras personas gestionan tu misma situación antes de elegir un camino.

Miedo a ser esclavo del tiempo,
a dejarse ganar por las agujas de un reloj, a no tener tiempo para uno mismo.

Es cierto, el miedo nos bloquea de tal forma que nos paraliza. El cuerpo, y también la mente. De repente, se nos hace difícil tomar decisiones, actuar de un modo u otro con claridad. Atravesar un campo lleno de matorrales sin saber qué encontraremos detrás es dura cuando esta sensación se apodera de nosotros.

Pero el miedo también puede jugar a nuestro favor en algunas ocasiones. Nos puede hacer ser prudentes ante alguna situación o, simplemente, hacer latir nuestro corazón con fuerza para recordarnos que todavía está allí, atento a cualquier paso.

Depende de nosotros mismos como afrontamos lo que nos pasa. También cuando hablamos del miedo.

Por lo tanto, pregúntate a ti mismo que te gustaría hacer realmente y no haces. Qué te gustaría vivir y no vives. Cómo te gustaría que fuera tu vida y por qué no haces lo necesario para conseguir que así sea.


Tus miedos… ¿En qué se basan? ¿En tus creencias? ¿En un hecho del pasado? ¿En algo desconocido? ¿Qué puedes hacer para que todo esto no te afecte más de lo que quisieras?

Recuerda: No se trata de no tener miedo, sino de exprimir al máximo la vida, a pesar de tus miedos.

Facebook
Twitter
LinkedIn

Ahora es el momento de dar el primer paso ¿Con ganas de empezar?

Comença el teu canvi ARA

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Configurar y más información
Privacidad